Autor: filologiaclasica

Te vas a quedar de yeso

La Universidad de Sevilla contará con su propia gliptoteca, en la que podrá verse su valiosa colección de vaciados escultóricos

Te vas a quedar de yeso
Tareas de restauración de los bustos. / Fotos: José Luis Montero-US

Ante todo, que no cunda el pánico: ¿qué es una gliptoteca? Pues un museo de escultura, lo que ocurre es que es un término mucho menos usado que el de pinacoteca que, efectivamente, es un museo de pintura. Aunque nunca se haya hecho mucho alarde de ello, la Universidad de Sevilla cuenta con una colección de vaciados de esculturas que pasa por ser una de las más importantes (se dice incluso que la segunda) del mundo, sólo por detrás de la de la Academia de Bellas Artes San Fernando de Madrid, que por cierto fue la receptora inicial de estas piezas (algunas, copias directas de los originales grecorromanos) para distribuirlas luego por sus filiales españolas e hispanoamericanas.

En total, la Universidad cuenta con 822 reproducciones de esculturas, adquiridas entre los siglos XVIII y XX. La mayoría son de yeso, aunque alguna hay también de poliéster, y muchas (555 en concreto) son reproducciones en serie, pero entre las restantes hay auténticas joyas. Tanto, que finalmente se van a exponer en la ya referida gliptoteca que, en la antigua Fábrica de Tabacos, podrá visitarse en el pasillo que conecta el Patio del Reloj con la Facultad de Geografía e Historia.

Este edificio central ha sido, desde que la Universidad se ubicó aquí en la década de los 50, depositario de buena parte de estas esculturas, repartidas por sus pasillos. «Los estudiantes les hacían garabatos, lacitos, les pintaban los labios…», recuerda Luis Méndez, director del Secretariado de Patrimonio Histórico-Artístico de la Hispalense y comisario de esta gliptoteca. Un museo, por cierto, cuya inauguración se ha fijado para finales de este mismo mes de mayo y que ha sido la fórmula encontrada para que se vea esta colección de yesos «muy valiosa pero muy desconocida. Parece que no tienen ningún valor y son piezas de moldes originales, por eso se recuperan como objeto artístico».

Te vas a quedar de yeso
Algunas de las esculturas ahora restauradas. Varias salieron de los moldes que se hicieron a las piezas originales. / José Luis Montero

En la Facultad de Bellas Artes hay otra buena tanda de vaciados, muchos de ellos cumpliendo su función original: ser dibujados por los estudiantes como parte de su proceso de formación. «Los yesos nacieron para una función didáctica, porque los pintores hacían así dibujos de la Grecia clásica», de piezas que reflejaban su ideal de belleza. Esto permite una formación clásica, sustentada en el dibujo al natural y el de estatuas, y en este último campo el yeso funciona mejor que el mármol por cómo refleja la luz.

Todo este patrimonio ha venido restaurándose de un tiempo a esta parte, por un lado dado su mal estado pero también porque se ha producido una revalorización considerable del mismo, hasta el punto de que estas esculturas han dejado de ser vistas como meras réplicas para ser consideradas obras de arte en sí mismas. De hecho, son varias las universidades que han abierto su propia gliptoteca con sus vaciados: Heidelberg, Cambridge, Roma…

El museo escultórico de la Universidad de Sevilla se dispondrá colocando en un lado las reproducciones del Partenón y en el otro siguiendo un sentido cronológico, recorriendo los periodos arcaico, clásico y helenístico del arte griego, pero también incluyendo los precedentes grecorromanos con piezas egipcias y sirias. En total se expondrán unas 40 imágenes y, como principio y final del recorrido, dos de las más imponentes de la colección: el Hércules Farnesio y el Torso del Belvedere.

Te vas a quedar de yeso
esculturas en un pasillo universitario esperando su nueva ubicación. En el centro, tareas de restauración. / Fotos: José Luis Montero-US

Con diseño expositivo de Ricardo Alario, profesor de la ETS de Arquitectura, para la gliptoteca se han restaurado las peanas de las estatuas y se dispondrán carteles explicativos con códigos QR que dirigirán a las fichas de la web patrimonial de la Universidad (www.patrimonioartistico.us.es). También se instalará una iluminación lead con antorchas con la que se busca «dramatizar la visita, recreando el mediodía o el atardecer para mostrar cómo cambia la percepción de la escultura con la luz».

Así lo explica la directora del Cicus (Centro de Iniciativas Culturales de la Universidad), Concepción Fernández, que también pone el acento en las actividades paralelas que se quieren asociar a la gliptoteca: paseos literarios, espectáculos de danza, conferencias, visitas guiadas, presentaciones, actividades docentes de la Facultad de Bellas Artes…

El proyecto se rematará con un folleto explicativo para las visitas y un catálogo, aunque su huella principal será la restauración de unas piezas muy deterioradas. Las de mayor calidad irán a este museo y las hechas en serie (y alguna que otra de las históricas) van a seguir en Bellas Artes para proseguir con su labor docente, mientras que otras se volverán a repartir por patios de Geografía e Historia o las escaleras del edificio, y varios bustos continuarán en el Laboratorio de Arte. Los mismos sitios, pero seguro que ahora muchos las van a mirar con mayor consideración y respeto al descubrir su valor artístico… por mucho que sean de yeso.

La BBC graba en Itálica fragmentos de un documental con ayuda de un ‘drone’

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Foto: DANIEL GONZÁLEZ ACUÑA / CAI

Fuente: EUROPA PRESS |  20minutos.es  02/05/2015

SANTIPONCE (SEVILLA), 2 May.- La cadena pública de radio y televisión de Gran Bretaña, la BBC, ha rodado estos últimos días fragmentos de un documental en el conjunto arqueológico de Itálica, enclavado en Santiponce (Sevilla) y donde descansan las ruinas de la antigua ciudad romana que vio nacer a los emperadores Trajano y Adriano. Para ello, el equipo audiovisual se ha servido incluso de una aeronave no tripulada o ‘drone’.

La BBC graba en Itálica fragmentos de un documental con ayuda de un ‘drone’. A comienzos de este año, un equipo audiovisual de la Radio Televisión Italiana (RAI) visitaba ya el conjunto arqueológico de Itálica, para rodar fragmentos destinados a una serie documental. La serie documental en cuestión, presentada por Alberto Angela, se titula «Ulisse. Il piacere della scoperta»

A finales de 2013, además, el conjunto arqueológico de Itálica fue ya escenario de un rodaje realizado por un equipo de profesionales del sector audiovisual de Japón. Estas filmaciones fueron utilizadas por la cadena nipona de televisión ‘BS Fuji’ para un documental sobre las antiguas calzadas romanas.

Recursos cartográficos para el estudio del Imperio Romano

PATRIA MEA TOTVS HIC MVNDVS EST

Artículo tomado del blog de Javier Andreu Pintado, Oppida Imperii Romani

[Sobre estas líneas, tabula Peutingeriana, uno de los más conocidos mapas del mundo romano (para saber más sobre él pincha aquí) que, lamentablemente, no muestra la parte hispana pese a los ensayos de recreación de la misma que, a partir de Ptolomeo, el Itinerario de Antonino y el Cosmógrafo de Ravenna se han hecho de ella: pincha aquí]
Non sum uni angulo natus, patria mea totus hic mundus est (Sen. Ep. 3, 28, 4): «no nací para estar fijo en un punto, mi patria es todo el mundo» afirmaba Séneca en una de sus célebres cartas a Lucilio en la frase que da título a esta entrada. Y es que, la capacidad de movimiento, de viaje, de contacto cultural, de -a través de una admirable red de comunicaciones- «abrir todas las puertas del mundo», de la «casa común» en que -a juicio de Elio Aristídes, en el Elogio de Roma (26, 102)- se convirtió el Imperio Romano, constituye, sin duda uno de los grandes méritos de esta fascinante civilización del mundo antiguo y, acaso, uno de los grandes legados de Roma a la cultura occidental. La extraordinaria red viaria (cuyas excelencias técnicas han sido tan extraordinariamente bien glosadas por MORENO, I.: Vías romanas. Ingeniería y técnica constructiva, Madrid, 2006, libro ya disponible en pdf en la imprescindible web TRAIANVS) debió hacer del viaje -como sabemos también por la documentación epigráfica (véanse al respecto dos títulos imprescindibles de reciente publicación: IGLESIAS, J. M., y RUIZ, A. (eds.): Viajes y cambios de residencia en el mundo romano, Santander, 2001 -ver reseña aquí– y el dossier monográfico que, sobre la cuestión de la «movilidad geográfica en el Imperio Romano», ofrece la revista Veleia, 30, 2013)- un hecho extraordinariamente cotidiano en la época romana, no exento de peligros, obviamente, pero cargado de compensaciones y, sobre todo, de posibilidades técnicas. Costumbres -tan del presente- como la de disfrutar de una casa de campo en la que pasar el fin de semana  y a la que poder viajar de manera constante, por ejemplo, están ya documentadas para finales del siglo I d. C. como nos recuerda un célebre poema de Marcial, el poeta de Bilbilis (Mart. Ep. 3, 58), en que criticaba a su amigo Baso por salir cada fin de semana, desde la capital del Imperio, a su residencia suburbana llevando productos de los mercados ciudadanos en vez de regresando a Roma con los que aquella finca le proporcionaba que habría sido lo deseable, en una muestra clara del viaje como un elemento típicamente otiosus, en parte como todavía hoy lo seguimos -no siempre, es cierto- concibiendo.
En este sentido, quien escribe este blog se tropezó hace unos días, en un recomendabilísimo libro, séptima entrega de los coloquios Impacts of Empire (HEKSTER, O. J., DE KLEIJN, G., y SLOOTJES, D. (eds.):Crises and the Roman Empire, Leiden, 2009), con un epílogo en el que su autor, J. Nicols, hablando, además, a propósito de las transformaciones experimentadas por el Imperio a partir de Marco Aurelio (asunto que fue ya objeto de la atención de un reciente post deOppida Imperii Romani: pincha aquí) presentaba el proyecto Mapping History, un banco de información cartográfica -pero no sólo- para toda la Historia Universal con una generosa presencia de materiales relativos al mundo romano [3] y que nos resultaba, desde luego, totalmente desconocido. Esa constatación y, también, el recurso constante, para las clases en la Universidad de Navarra, a materiales didácticos, principalmente cartográficos, en los que apoyar la docencia nos pareció un buen pretexto para dedicar un post de la serieInstrumenta de nuestro blog a tres recomendaciones -las que siguen:[1], [2] y [3]- que nos parecen básicas para quien quiera tener, entre sus favoritos, algunos sites con recursos cartográficos sobre el Imperio Romano algo que, por otra parte, parece perfectamente justificado en unblog orientado a presentar recursos e información sobre ciudades romanas como es Oppida Imperii Romani.
[1] La muy recomendable página Illustrated History of the Roman Empire -una página en inglés con abundante información, muy didáctica, sobre la Historia de Roma, tal vez algo básica y con un layout quizás un poco antiguo pero, en cualquier caso, intuitivo- cuenta con una sorprendente sección de Interactive Maps. Desde dicha sección, el usuario puede realizar búsquedas cronológicas y geográficas básicas sobre la cartografía base (desde luego, es una página básica para quien tenga que familiarizarse con la geografía administrativa del Imperio Romano a través de su Historia). Entre las opciones de interactividad que el site ofrece está la de elegir fechas y ver el aspecto del Imperio en ese momento (un ejemplo, aquí), elegir provincias o ciudades a partir de un desplegable y verlas localizadas (pinchaaquí para un ejemplo) y con una breve información descriptiva de carácter histórico y administrativo o, también, una muy útil lista de equivalencias entre provincias antiguas y países modernos (pinchaaquí). Muy sencilla por lo tanto -en contenido y en funcionamiento- pero, desde luego, útil para los menos iniciados.
[2] Tremendamente evocadores y extraordinariamente útiles son el Digital Map of the Roman Empire, del proyecto Pelagios -del que ya hablamos en otro post de este blog (pincha aquí)- o el Digital Atlas of the Roman Empire, de la sueca Lund University y, especialmente,Orbis: The Standford Geospatial Network Model of the Roman World, gestionado desde la Standford University. Los dos primeros tienen una funcionalidad y unas prestaciones muy parecidas: permiten introducir nombres de ciudades antiguas y obtener información básica sobre ellas -estatuto jurídico, algunas fuentes, filiación administrativa…- y su ubicación sobre el mapa y sobre la red viaria. El primero es especialmente generoso en ese tipo de información pues permite acceder a abundante información sobre la ciudad buscada en otros servidores geográficos relacionados con el mundo antiguo (pincha aquí para ver un ejemplo a propósito de Tarraco). Muy especial es el citado proyecto Orbis pues no se trata tanto de un atlas con información geográfica (aunque también la admite en la sección de «capas» que ofrece su interfaz) sino de un simulador que planifica rutas de transporte en época romana interviniendo, en dicha planificación, variables como el tipo de transporte empleado o la estación del año escogida para el viaje y aportando como resultado no sólo la duración sino también alternativas posibles -en ruta y en fecha- para el citado trayecto y una estimación del cálculo del coste del transporte de cualquier mercancía (con una filosofía parecida, y un sabor más latino, la web Omnes Viaetambién permite realizar, quizás con menos información pero con unmodus operandi más pegado -para bien y para mal- a la información de los itinerarios antiguos, búsquedas de este tipo).
[3] Muy especial es el proyecto Mapping History, de la University of Oregon, que, como se dijo más arriba, es el que inspira este post. Concebido como un banco interactivo de información cartográfica de Historia mundial, el proyecto cuenta, en su apartado de European History, con una muy generosa selección de mapas correspondientes a las secciones Roman Italy in the Republic, Romanization, Rome and Asia Minor, Crise of the 3rd Century (los enlaces llevan a la primera página, introductoria, de cada aparato gráfico): en torno a quince mapas. Algunos de ellos, como el mapa The Romanization of Western Mediterranean se cargan con una línea del tiempo que permite ir viendo la evolución territorial del Imperio con los hitos más destacados que marcaron la misma y, también, con una breve síntesis, escrita, en la parte inferior del mapa. Pero, más allá de la cartografía, el proyecto Mapping History es especialmente solvente en presentar análisis de situaciones complejas desmenuzadas en sus diversas variables permitiendo, de hecho, una mejor comprensión de algunos de los momentos más importantes y de transformación de la Historia de Roma (la disección que se hace de costes administrativos, la minería y el comercio, la prosperidad, los factores de agresión externa o los transportes respecto de la matriz Some Factors in the Crises (of the 3rd Century) o de su complemento Other Archeological Factors (of the 3rd Century Crisis) resulta digna de cualquier estudio de investigación).
Obviamente, hay muchos más -y seguro que el lector de este blog puede, incluso, aportar algunos en la sección de «Comentarios»- y entre estos cabría citar, al menos, la categoría Maps of the Roman Empire de la sección de Mapas de la Wikipedia; el Atlas of Ancient Rome del proyecto Atlas of the World, aun en proceso de construcción, también de la misma Wikipedia; o, con la misma filosofía de colección de mapas imprescindibles el repertorio que ofrece Taringa (con carácter interactivo algunos de ellos), el repositorio The Roman Empire: 18 centuries in 19 maps, de la Griffith University o la colección, muy básica pero útil también como introducción, de LacusCurtius, un interesante y muchas veces enlazado site de textos clásicos. Pero los tres aquí citados nos han resultado, desde luego, los más impactantes.
Con este material, es ahora a ti, querido lector al que le toca decidir -en frase de Trajano a Plinio el Jovenquali itinere prouincia peruenias, «a través de qué itinerario llegarás a (qué) provincia» (Plin. Ep. 10, 16):  ya sabes, bene sit tibi uiator

La piscina climatizada, un invento de la Antigüedad

La influencia griega se mezcla con la originalidad romana en este invento tan actual y, al mismo tiempo, tan antiguo. Cuando acudimos a bañarnos en nuestras piscinas climatizadas, o decidimos dedicarnos un fin de semana de relax en un balneario, estamos sumergiéndonos, en realidad, en una sofisticada invención que nos precede, al menos, en unos dos mil años en el tiempo.

Retrocedamos dos milenios atrás. Nos encontramos en Campania, región del sur de Italia bañada por las costas del mar Tirreno, donde se encuentran las actuales ciudades de Nápoles o Salerno.  Esta zona había sido un foco de recepción de colonias helenas, formando parte de lo que comúnmente se conoce como la Magna Grecia. Como tal, había recibido y adoptado el modus vivendi propio de los griegos, con sus usos y costumbres, como fueron, sin ir más lejos, los baños. Ejerciendo una gran influencia en la zona, esta cultura griega se mezcló con la romana en un lento proceso de adaptación. Los influjos del mundo griego se sumaron, en este caso, a las propias condiciones geográficas de la zona, conocida como Campos Flégeros, una extensa área volcánica ubicada a unos nueve kilómetros de Nápoles y en la que abundan las aguas termales naturales hechas gracias a las condiciones del terreno. Estas aguas son todavía visibles hoy día, aunque en menor proporción que en la Antigüedad.

Mapa de la Bahía de Nápoles.

En este contexto vivió, en la década de los 90 a.C., uno de nuestros protagonistas, Cayo Sergio Orata. En estos tiempos, con la república romana dando sus últimos coletazos, la bahía de Nápoles se había convertido en un importantísimo centro de negocios y en un concurrido enclave comercial. Fue, además, el destino de vacaciones favorito de la aristocracia romana de la época, y allí se asentaron riquísimas villas y residencias pertenecientes a las más importantes personalidades políticas del momento. Es el caso, por ejemplo, de Baiae (actual Bayas). Esta ciudad se convirtió en uno de los destinos favoritos de la élite romana, edificándose importantes villas y edificios, muchos de ellos hoy en día sepultados por las aguas.

BAIA-SOMMERSA
Vista aérea de los restos sumergidos de Baiae.

Era el contexto ideal para las actividades económicas llevadas a cabo con cierta picardía e inteligencia y, si estas daban su fruto, para hacerse de oro de camino. Sergio Orata supo ver perfectamente las oportunidades comerciales que esta coyuntura ofrecía e hizo lo que todavía hoy muchos hacen para enriquecerse: crear una necesidad hasta entonces inexistente. Si hay algo que tampoco cambió excesivamente con el paso de los siglos es el gusto, por parte de las élites sociales, por la degustación del marisco como un producto de lujo y primera calidad; en este sentido, los romanos fueron un claro ejemplo de ello. Aprovechando la alta demanda de las actividades piscicultoras, Orata ganó bastante dinero cultivando ostras a escala local. Conforme crecían sus ingresos engordaba su ambición, y fue perfeccionando sus técnicas: mediante la construcción de presas y canales manejó a su antojo las mareas y prácticamente acaparó para sí el lago Lucrino, dando lugar a lo quePlinio denominó en su Historia natural como «campos de ostras». Estas actividades no pasaron desapercibidas y Orata tuvo que hacer frente a importantes pleitos legales que le acusaban de haber ocupado ilegalmente el mencionado lago para sus actividades comerciales.

«Éste, además, para no someter sus glotones apetitos a los caprichos de Neptuno, se creó mares privados interceptando las olas del mar para sus estuarios y encerrando toda clase de peces en recintos diversos, separados por unos bloques, de manera que ningún temporal pudiera privar a la mesa de Orata de manjares variados. Llenó también de edificios espaciosos y altos las orillas del lago Lucrino, desiertas hasta entonces, con el fin de poder disfrutar de ostras fresquísimas. Pero, cuanto más se adentraba en la usurpación de aguas públicas, hubo de sufrir un proceso judicial con Considio, uno de los granjeros del Estado. Se dice que Lucio Craso, abogado defensor de la parte contraria, dijo en este proceso: “Mi amigo Considio se engaña al creer que Orata, si se viera alejado del lago Lucrino, se privaría de ostras, porque, si no las puede coger allí, las sabrá encontrar sobre el tejado de las casas.”» (Valerio Máximo, IX, 1)

Y tuvo buen ojo Orata a la hora de saber vender su producto. No dudó en calificar a sus ostras criadas en el lago Lucrino como «las mejores en el mercado». Pero además de esto, Orata dio un paso más con una de las invenciones con las que se haría un hueco en la Historia: los llamados balnea pensiles en latín, y cuya traducción literal al castellano sería «baños colgantes». Las fuentes parecen apuntar a que estos baños colgantes son el germen de las futuras piscinas climatizadas, y aunque Orata no haya sido el inventor de estos baños por haber existido antes por influencia griega, sí es el responsable de la comercialización y estandarización de los mismos, creando artificialmente unos baños que la naturaleza ya había ofrecido desde siempre. En estos baños, como si de auténticas piscifactorías se tratasen, Orata criaba las ostras y el pescado con el que luego comerciaría.

El sistema empleado para el funcionamiento de estos baños fue conocido como hypocaustum. Las excavaciones arqueológicas han sacado a la luz muestras de hipocaustos anteriores a las piscinas de Orata, como es el caso de Pompeya y sus Termas Estabianas, datadas en el siglo IV a.C. Este descubrimiento, sumado a otros hallazgos también precedentes a los tiempos del piscicultor romano, pone de manifiesto que él no fue el creador del hipocausto, aunque sí parece ser el responsable de su traspaso al ámbito doméstico y privado al convertir sus piscinas en una auténtica tendencia.

Termas Estabianas de Pompeya. Fuente.
Hypocaustum de las Termas Estabianas de Pompeya.

El hipocausto o hypocaustum fue también adaptado a las casas convirtiéndose en el origen de lo más parecido a nuestra calefacción. Así pues, fue una suerte de calefacción a través de una cámara de aire. Su funcionamiento consistía en la creación de pilares de ladrillos subterráneos sobre los que se sustentaría el suelo, mientras que desde fuera, un horno produciría los gases y el calor suficiente que, mediante canalizaciones, llegarían a este espacio abierto en el subsuelo de la edificación. Para las piscinas y en las termas,  en las cuales se perseguía alcanzar más grados de temperatura, se integraban en los ya mencionados muros una especie de tubos hechos de arcilla a través de los cuales salía el humo. Si Orata no fue el inventor originario, no cabe duda de que al menos debió de ser el artífice del perfeccionamiento de este dispositivo.

No sabemos hasta qué punto estas piscinas de Orata estaban destinadas al baño humano, pues puede ser que estuvieran hechas con el fin de servir como una especie de pequeñas piscifactorías particulares. Sin embargo, lo que parece claro es que más tarde o más temprano este sistema fue adaptado para el uso del hombre. Es aquí donde algunos autores mencionan al médico griego Asclepíades de Bitinia, quien se piensa que, ejerciendo su profesión en Roma, pudo haber adoptado el dispositivo ideado por Orata y emplearlo para sus tratamientos médicos, dando los primeros pasos de lo que hoy llamaríamos balneoterapia.

Como una auténtica moda, nuestro emprendedor se hizo rico llevando estas piscinas al terreno doméstico haciendo gala de una impresionante visión empresarial: era él quien compraba villas, en las que hacía la instalación de sus baños, para después volver a ponerlas en venta por un precio claramente superior al que las había comprado. Tal fue el éxito de su idea, que toda villa romana que se preciase no podía prescindir de estosbalnea. Si entendemos el contexto histórico del siglo I a.C. y, en general, los últimos años de la república, nos resultará más fácil comprender el éxito al que llegó Cayo Sergio Orata: se trataba de una meritocracia exacerbada en la que nadie se podía permitir el lujo de quedar por debajo de nadie, y en este sentido, los símbolos de poder y status social jugaron un papel importantísimo. Aquí es precisamente donde las piscinas de Orata se convirtieron en una demostración más de la capacidad adquisitiva y del poder de sus propietarios.

Esta moda, deplorable para algunos, no pasó desapercibida para los autores que vivieron en esta época. Es el caso de Marco Tulio Cicerón, que acusaba a sus contemporáneos de temer más por la longevidad de sus piscinas que por la de la República (Cartas a Ático, I, 18), que por cierto, no se iba a prolongar mucho más en el tiempo. Cicerón, como bien muchos saben, se caracterizó por su acentuado conservadurismo. No vio nada bien el orador romano este boom que cada vez se iba haciendo un hueco más grande en la ya bastante corrompida sociedad romana. Para Cicerón, Orata fue un auténtico sibarita, empleando el sentido más peyorativo del término; pero lo cierto es que lo único que este inteligente comerciante había hecho era aprovecharse de una coyuntura ya existente.

Vemos, una vez más, el inmenso legado que los antiguos nos han dejado en herencia. Podríamos afirmar sin temor a caer en la exageración que también en nuestras actividades diarias y en muchos de nuestros usos comunes, la influencia del mundo grecolatino ha dejado una impronta de un valor material y cultural incalculable.

Fuente: Naiara Lombao Abelleira para https://www.temporamagazine.com/

Bibliografía|

  • FAGGAN, G. G., “Bathing in public in the Roman World, Michigan: University of Michigan, 2002.
  • FAGGAN, G. G., “The Genesis of the Roman Public Bath: Recent Approaches and Future”, American Journal of Archeology. Julio 2001, vol. 105, nº 3, pp. 403-426.
  • HOLLAND, T., “Rubicón, Barcelona: Planeta, 2007.
  • MATEO, A., Manceps, Redemptor Publicanus: Contribución al estudio de los contratistas públicos en Roma, Santander: Universidad de Cantabria, 2000.
  • MÁXIMO, V., Hechos y vidas memorables, Barcelona: Edición de Fernando Martín Acera, Akal, 1988.

Los juegos en Grecia

En la época clásica, cada año se celebraba alguno de los grandes juegos que apasionaban a los griegos y que atraían a miles de aficionados a los santuarios de Olimpia, Delfos, Corinto o Nemea.

pugil-apolonio
Esta estatua de bronce, obra del escultor Apolonio, muestra a un púgil desnudo y con las manos envueltas en unos cestos (unas tiras de cuero que servían de protección). Museo Nacional Romano, Roma.

Por Fernando García Romero. Catedrático de Filología Griega. Universidad Complutense de Madrid, Historia NG nº 136

En la Antigüedad, a lo largo y ancho del mundo griego se celebraban innumerables competiciones deportivas, pero había cuatro que descollaban sobre las demás: los Juegos Olímpicos, los Píticos, los Ístmicos y los Nemeos. Todos ellos se celebraban en lugares con una fuerte impronta sagrada. Tal era el caso del santuario de Olimpia, al noroeste de la península del Peloponeso, donde se alzaba un gran templo en honor del dios Zeus. Los Juegos Píticos tenían lugar en honor del dios Apolo en su santuario de Delfos, en un paraje impresionante, al pie del monte Parnaso. En cuanto a los Juegos Ístmicos, reciben su nombre del istmo de Corinto, que une la Grecia continental con el Peloponeso. Allí se encontraba un santuario dedicado a Poseidón, el dios del mar y de los caballos, a unos siete kilómetros al este de Corinto, la ciudad encargada de su organización. Los Juegos Nemeos, en fin, se desarrollaban en un lugar encantador del noreste del Peloponeso, un pequeño y precioso valle hoy cubierto de viñedos donde se ubicó el santuario dedicado a Zeus Nemeo. En las proximidades se encontraba la antigua Cleonas, la ciudad encargada de la organización de los juegos, aunque en diversas épocas de tal tarea se ocupó la más distante, aunque más poderosa ciudad de Argos.

Dioses en el estadio

Sobre el origen de cada uno de estos juegos corrían leyendas diversas, en las que aparece siempre un dios o héroe mítico como fundador. Si de los Juegos Olímpicos, por ejemplo, se decía que habían sido establecidos por Heracles en honor de Zeus, una tradición mítica aseguraba que los Juegos Píticos fueron fundados por Apolo tras haber dado muerte a la anterior ocupante del santuario de Delfos, la serpiente Pitón, representante de un antiguo culto ctónico. En cuanto a los Juegos Ístmicos, Pausanias, un viajero del siglo II d.C., recoge la tradición según la cual fueron instaurados en recuerdo del niño Melicertes, con el que su madre Ino, enloquecida, se arrojó al mar, tras lo cual ella se transformó en la diosa marina Leucótea y él en el dios niño Palemón. Por su parte, Plutarco atribuye la fundación de los mismos juegos al héroe ateniense Teseo, quien los habría organizado en honor de su padre Poseidón, renovando un festival anterior dedicado a Melicertes.

El hecho habría tenido lugar en el año 1258 a.C., según el llamado Mármol de Paros, una cronología de la historia griega realizada en el siglo III a.C. sobre una estela de mármol.

Sobre los Juegos Nemeos también existía una historia mítica. Como en el caso de los Juegos Olímpicos, los Nemeos habrían sido instituidos por Heracles en honor de su padre Zeus. El primero de los célebres «trabajos» del héroe consistió en poner fin a la amenaza que suponía el monstruoso león de Nemea, cuya piel era invulnerable, por lo que Heracles hubo de matarlo estrangulándolo con sus brazos; así habría inventado la disciplina atlética llamada «pancracio» –una violenta mezcla de lucha y boxeo–, e igualmente habría instituido los Juegos de Nemea para conmemorar su hazaña.

Estas leyendas sitúan el origen de los juegos en la época heroica (que los griegos databan hacia 1300-1200 a.C.), y reflejan una vinculación con el culto a los héroes típico de la religión griega. El origen histórico es más oscuro. De acuerdo con la tradición, los Juegos Olímpicos se celebraron por primera vez en 776 a.C. En cuanto a los Píticos, se dice que al principio se celebraban cada ocho años y comprendían únicamente una competición musical en honor del dios que protegía esa arte: los participantes cantaban, acompañándose de la cítara, un himno dedicado a Apolo. En su descripción del santuario de Delfos, Pausanias precisa que el primer vencedor fue Crisótemis de Creta, «cuyo padre Carmánor se dice que había purificado a Apolo» por la muerte de la serpiente. El récord de victorias musicales en Delfos lo ostenta un poeta que trabajó sobre todo en Esparta en la primera mitad del siglo VII a.C., Terpandro de Lesbos, dominador de la prueba durante 32 años, ya que venció cuatro veces consecutivas. En el siglo VI a.C. se añadieron nuevas competiciones artísticas, no sólo de música, sino también de poesía, teatro y hasta de pintura.

Pasión por las carreras

Lo más característico de los juegos eran las pruebas atléticas e hípicas, las únicas que se celebraban en Olimpia. Allí se fue configurando un amplio programa de pruebas, que sirvió de modelo para los demás juegos: las carreras a pie en sus distintas variantes –el estadio (unos 200 metros), el doble estadio, la carrera con armas y la carrera de fondo–, la lucha, el boxeo y el pancracio, el lanzamiento de jabalina y de disco, y el salto de longitud (estas tres últimas sólo se disputaban como parte del pentatlón), así como las carreras de carros y caballos, que tenían lugar en el hipódromo. En Delfos, las pruebas deportivas se introdujeron a principios del siglo VI a.C. Según Pausanias, en 586 a.C. los organizadores de los Juegos Píticos «establecieron por primera vez competiciones con premios para los atletas, las mismas que en Olimpia con excepción de la carrera de cuadrigas».

El mismo autor afirma que en los siguientes juegos, en 582 a.C., «se instauraron competiciones premiadas con coronas» y que asimismo se eliminó el canto acompañado de una flauta doble o aulós, «porque pensaban que no era de buen agüero escucharlo, ya que consiste en las más tristes melodías». A partir de entonces, los Juegos Píticos pasaron a celebrarse cada cuatro años, como los Olímpicos, y, al igual que éstos, incluían un programa completo de pruebas atléticas e hípicas, incluida la carrera de cuadrigas desde el año 582 a.C. Los vencedores recibían una corona de laurel (del valle de Tempe), el árbol sagrado de Apolo.

Los Juegos Ístmicos, por su parte, se convirtieron en unos juegos panhelénicos en 582 a.C. Incluían competiciones poéticas y musicales y, si es cierto el testimonio de Plinio, también concursos de pintura, así como un programa de pruebas atléticas y ecuestres como el de los Juegos Olímpicos, aunque con algunas diferencias. Por ejemplo, además de las cuatro carreras de Olimpia, en el Istmo se corría también la llamada «carrera hípica», con una distancia de cuatro estadios (unos 750 metros). Los atletas se dividían en tres categorías según su edad (hombres, «imberbes» y niños) y los vencedores recibían como premio una corona que en el siglo V a.C. era de apio seco, pero que anteriormente se confeccionaba con las ramas del gran bosque de pinos que rodeaba al santuario, una tradición que se recuperó en época romana.

En cuanto a los Juegos Nemeos, fueron reorganizados de manera definitiva en 573 a.C., adquiriendo desde entonces el rango de juegos panhelénicos. Los vencedores recibían coronas de apio fresco, la planta de la que estaba confeccionado el lecho en el que Hipsípila depositó al niño del que cuidaba, Ofeltes, hijo de los reyes del lugar, según una tradición sobre el origen de los juegos. El programa de pruebas atléticas y ecuestres era semejante al de los demás grandes festivales. Como en los Juegos Ístmicos, los participantes se distribuían en tres categorías de acuerdo con su edad, y se disputaba también una carrera pedestre sobre cuatro estadios. Sólo un pasaje de Plutarco menciona, para finales del siglo III a.C., una competición de canto acompañado de cítara.

Juegos todos los años

Desde principios del siglo VI a.C. se instituyó, pues, el ciclo de grandes juegos panhelénicos, abiertos a atletas y aficionados de todo el mundo griego. Para todos ellos se decretaba una «tregua sagrada», que proclamaba la inviolabilidad de atletas y espectadores durante las competiciones, incluyendo un amplio lapso de tiempo antes y después de las mismas a fin de garantizar la seguridad durante el viaje de ida y regreso a sus respectivas ciudades. Las competiciones tenían lugar en magníficas instalaciones de las que hoy conservamos restos aún imponentes, como el teatro de Delfos, los espléndidos estadios de Delfos y Nemea, los restos del teatro y el estadio de los Juegos Ístmicos (que han permitido reconstruir el mecanismo utilizado en las carreras pedestres para que los corredores salieran al unísono) o los baños para los atletas en Nemea, provistos de un elaborado sistema de conducción de aguas.
Los juegos se sucedían a intervalos regulares y captaban la apasionada atención de todos los griegos. De hecho, no había un solo año en el que los aficionados se vieran privados de un gran certamen deportivo, y los años pares podían incluso disfrutar de dos de ellos: los Ístmicos y los Olímpicos en un caso (los primeros en abril-mayo, y los segundos en julio-agosto), y al cabo de dos años los Ístmicos y los Píticos (estos últimos tenían lugar a finales de agosto). En el verano de los años impares se celebraban los Juegos Nemeos. Esos cuatro juegos formaban el llamado períodos, el Gran Slam del deporte antiguo, y el atleta que conseguía vencer en todos ellos recibía el título de periodoníkes. En el propio santuario o de vuelta a casa los vencedores eran celebrados por todo lo alto, a menudo mediante poemas llamados epinicios, encargados a los mejores poetas. Píndaro, el más famoso de estos cantores, proclama en la octava de sus Odas Píticas, dedicada a Aristómenes de Egina, vencedor en la lucha en los Juegos Píticos del año 446 a.C.: «Quien ha obtenido un triunfo reciente, en su inmensa felicidad alza el vuelo llevado de la esperanza por una hazaña que le da alas».

Para saber más
Los Juegos Olímpicos y el deporte en Grecia. Fernando García Romero. Ausa, Sabadell, 1992.
In corpore sano. El deporte en la Antigüedad y la creación del moderno olimpismo. F. García Romero y B. Hernández García (ed.), Sociedad Española de Estudios Clásicos, 2005.

Diez años de misterio en torno al ‘águila bicéfala’ romana de Lucentum

El simbolismo que encierra la mano de bronce romana que empuña una espada con una excepcional águila de dos cabezas de Lucentum (antigua Alicante), hasta hoy la única pieza del mundo romano con un águila bicéfala, sigue siendo un misterio para los expertos, justo cuando se cumplen diez años del hallazgo.

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Detalle de cabezas de Aguila. Foto: MARQ

Fuente: EFE  |  LAS PROVINCIAS    26/04/2015

Del siglo I d.C., esta mano izquierda que sostiene el pomo de una espada ceremonial con el águila bicéfala es la única parte que se conserva de una escultura erigida a un emperador ataviado de militar (se desconoce quién) que se salvó de la refundición de los siglos posteriores, debido, probablemente, a su valor como talismán.

Esta escultura, que lleva el característico anillo imperial con el trazo de un «lituus» (representa el bastón de los sacerdotes augures), debió medir unos 2,2 metros de altura y su excepcionalidad radica en que es la primera y hasta ahora única pieza del mundo romano que incluye un águila con dos cabezas.

Por su incalculable valor y singularidad, ya ha sido exhibida en la Sala del Trono (o de San Jorge) del prestigioso museo Hermitage de San Petersburgo (Rusia) con motivo del año ‘España en Rusia’ en 2011, y posteriormente también en Assen (Holanda).

Está expuesta en el Museo Arqueológico de la Diputación de Alicante (MARQ), cuyo director técnico, Manuel Olcina, ha afirmado a Efe que la «extravagancia» de este «unicum» (único en latín) está en su exclusividad, sin más ejemplos artísticos de la civilización romana ni tampoco referencias literarias.

Fue descubierta el 23 de marzo de 2005 (un Miércoles Santo) en una excavación dirigida por Olcina y Rafael Pérez Jiménez (arquitecto de la Diputación y responsable de la conservación del yacimiento) al frente de un equipo formado por arqueólogos, restauradores, dibujantes, topógrafos, encargados y peones, aunque los que tuvieron la fortuna de toparse ese día con la pieza y extraerla fueron los arqueólogos Antonio Guilabert y Eva Tendero.

Su aparición supuso una pequeña gran revolución, ya que hay numerosos ejemplos en la cultura romana de águilas (a menudo para presentar a la legión o al dios Júpiter) de una cabeza, pero nunca de dos.

Al principio, una parte de la comunidad científica dudó de su autenticidad pero la incredulidad fue dando paso a la sorpresa y a su puesta en valor a medida que avanzaban los procesos de estudio, validación, publicación y comunicación en congresos internacionales.

Los expertos se afanan desde entonces en tratar de descubrir el motivo por el cual el taller donde se fabricó, seguramente en alguna provincia de la actual Italia, Grecia o Turquía, escogió un águila bicéfala, ya que no hay «explicación ni paralelos».

«Al ser el retrato oficial de un emperador, no puede ser una improvisación del artista sino que tiene que querer decir algo, seguramente un mensaje que fue repetido en otras obras que están por encontrarse», ha razonado Olcina.

Ante la falta de evidencias científicas que desentrañen la incógnita, se especula que las dos cabezas puedan simbolizar Oriente y Occidente, que representen dos poderes o dos legiones distintas.

Un águila bicéfala protagoniza el escudo de Rusia pero no proviene de los romanos sino en la caída del imperio Bizantino, momento en el que los zares heredaron esta simbología.

Los bizantinos, a su vez, habían tomado el águila bicéfala de los Selyúcidas musulmanes turcos y el único antecedente de este símbolo se halla en la civilización Hitita (dos mil años antes en la misma zona), aunque sin una aparente conexión directa.

De 6.110 gramos, 35 centímetros de largo y 11,2 de ancho, otra aportación de la mano de Lucentum es que el característico gesto de los dedos del emperador, sujetando el pomo de la espada para que la hoja repose en el antebrazo, ha facilitado saber que era precisamente una espada lo que habrían llevado en un principio otras manos romanas halladas con la misma disposición, pero que se han encontrado vacías, como la estatua acorazada de Sancti Petri (Cádiz), del siglo I-II a.C.

Olcina ve «probable» que en el futuro aparezca otra pieza romana parecida, ya que «sería ilógico» que la de Lucentum fuera la única.

Mientras tanto, se han hecho dos réplicas exactas, una de las cuales se puede tocar a pocos metros de la original en una de las salas del MARQ, y la otra en el yacimiento, situado en el Tossal de Manises.

La pieza se encontró a un metro de profundidad del Foro y, por los restos de su estrato, se cree que había sido colocada sobre una puerta como elemento de protección y mágica.

«A veces me preguntan qué cosa excepcional me gustaría hallar en mi trabajo, y yo les respondo que ya lo he encontrado», ha relatado a Efe, satisfecha, la arqueóloga Eva tendero, que hace una década tuvo la suerte de ser la persona del equipo que se topó con la pieza cuando, en ese momento, excavaba codo con codo con Antonio Guilabert.

Viaje arqueológico a Alemania, Austria, Hungría y Eslovaquia

Organizado por la Delegación de Madrid de la SEEC del 4 al 14 de julio de 2015.

Este viaje nos permitirá apreciar la huella de la Antigüedad grecolatina desde un punto de vista diferente del que mantiene el viajero cuando visita los grandes centros griegos y latinos del Mediterráneo.

En CentroeuropaViaje arqueológico a Alemania, Austria, Hungría y Eslovaquia no faltan los yacimientos arqueológicos, pero las huellas de la Antigüedad son sobre todo apreciables en las espléndidas colecciones de sus museos (la Gliptoteca de Múnich, el Kunsthistorisches Museum de Viena, etc.) y en los innumerables edificios públicos y privados que han ido constituyendo sus ciudades durante el Medievo, el Renacimiento, el Barroco, el Neoclasicismo y también el Jungstil. De hecho, a comienzos del siglo XIX los príncipes bávaros quisieron convertir Múnich en la “Atenas de Alemania”, y desde luego Viena ha sido de alguna manera y durante un tiempo la Atenas de Centroeuropa.

Nuestro viaje nos llevará a recorrer, además de yacimientos arqueológicos, Múnich y Ratisbona, las tres ciudades austriacas que son Patrimonio de la Humanidad (Viena, Salzburgo y Graz), la eslovaca Bratislava, y la húngara Sopron (la Scarbantia romana), una bonita ciudad que conserva restos de murallas antiguas, de un anfiteatro y de un mitreo, además de un bien conservado centro histórico medieval, renacentista y barroco. Y por supuesto disfrutaremos de los paisajes de las montañas de Baviera y los Alpes Austríacos.

El viaje estará dirigido por Dña. Mercedes Montero y D. Fernando García Romero, miembros de la Junta Directiva de la Sección de Madrid de la SEEC.

PROGRAMA VIAJE CENTROEUROPA SEEC MADRID – JULIO 2015