Autor: filologiaclasica

Un extremeño resucita la receta original del garum romano

El biólogo Álvaro Rodríguez Alcántara comercializa la receta tras recuperarla a partir de restos procedentes de Pompeya junto a expertos de las universidades de Cádiz y Sevilla

Álvaro Rodríguez junto al equipo de investigadores formado por el profesor de Ingeniería Química Víctor Palacios, la enóloga Ana Roldán, la experta en Ciencias del Mar Fini Sánchez y el arqueólogo Dario Bernal.

FUENTE: Ángela Murillo | HOY.es

Desde la civilización sumeria hasta nuestros días; de Mesopotamia al sudeste asiático. La salsa garum ha estado presente en las cocinas de medio mundo a lo largo de la historia. Pero fueron los romanos quienes dieron a este mítico aderezo resultante del proceso de salazón del pescado mayor fama y presencia en el menú de las clases adineradas. Dos mil años después, la fórmula original de la famosa salsa romana vuelve a la mesa gracias a un investigador extremeño. El biólogo pacense Álvaro Rodríguez (San Vicente de Alcántara, 1984) ha desentrañado en un laboratorio de la Universidad de Cádiz el secreto enterrado bajo las cenizas de Pompeya.

El trabajo de arqueología culinaria ha sido posible gracias a los restos conservados en tres ánforas halladas en los sesenta en la ciudad romana sepultada tras la erupción del Vesubio. La salsa milenaria permaneció dentro tres dolias selladas. «Nos impresionó cómo esos restos aún olían a pescado», afirma el biólogo formado en la Universidad de Extremadura. El profesor norteamericano Robert Curtis los catalogó como restos de garum y allec. Gracias a un proyecto conjunto con la Universidad de Venecia, el ‘néctar’ viajó hace unos años hasta el departamento de Ingeniería Química y Tecnología de Alimentos donde desarrolla su labor el biólogo de San Vicente. Ahí empezó el apasionante viaje por la historia gastronómica mediterránea. El recetario romano ‘De re coquinaria’, de Apicio (que puede consultarse en internet) da idea de la importancia de la salsa. «El 95 por ciento de las elaboraciones que recoge están enriquecidas con garum, en lugar de sal».

Hasta ahora, muchos habían buscado la receta original, ansiando reproducir la sabrosa intensidad de sus esencias marinas. Aplicando un proceso de análisis moderno, el equipo formado por el biólogo extremeño, el profesor de Ingeniería Química Víctor Palacios, la enóloga Ana Roldán, la experta en Ciencias del Mar Fini Sánchez, y el arqueólogo Dario Bernal fue capaz de hallar la fórmula «a partir del resultado». Con los ingredientes exactos en la mano, sólo faltaba conocer el «proceso de elaboración». Para eso recurrieron «a textos de la época». En esta labor les ayudó el profesor de la Universidad de Sevilla Enrique García, arqueólogo e historiador experto en interpretación de escritos. «Recopiló las recetas antiguas y tomamos la que más encajaba con el resultado obtenido». Estaba en un manuscrito romano del siglo I, copiado nueve siglos después en una abadía suiza. «Nadie en el mundo ha hecho una investigación tan completa, ni había tenido acceso a restos de garum originales, por eso la nuestra es la aproximación más fiable», asevera el biólogo de 30 años, auténtico apasionado por la historia.

Proceso de elaboración

Una vez que los científicos habían resucitado la auténtica receta, se lanzaron a su fabricación. Combinaron pescado azul (sirve cualquier variedad)con especias y sal. El proceso comenzó colocando los ingredientes en un contenedor cerrado. Mantuvieron la temperatura, con humedad constante y en la oscuridad. «Durante el transcurso de algunos días la mezcla se conserva y se remueve hasta cumplir las condiciones organolépticas buscadas. Después se filtra en tela de lino y se obtiene el garum». Álvaro fue el primero en probar aquel líquido untuoso y de color miel. «Estaba bueno». El sabor es parecido a lo que los japoneses llaman umami. «Uno de los cinco sabores básicos, junto con el dulce, ácido, amargo y salado». Es un secreto de empresa y no una patente para no desvelar su fórmula más allá del listado de ingredientes exigido por Sanidad.

Para aprovechar el hallazgo, en 2012 crean la empresaa Flor de Garum y empiezan a ganar premios y reconocimientos en certámenes de jóvenes emprendedores. Esto les reportan unos 25.000 euros, suficientes «para desarrollar la imagen de marca». Ahora llega el momento clave de dar el salto definitivo al mercado. La producción en laboratorio se limitaba a un centenar de botellas de 100 ml. al mes. Los frascos se venden bajo encargo a un precio de 28 euros la unidad. Para ampliar esta producción los estudiosos se han asociado con la empresa Majuelo de Jerez de la Frontera, dedicada a producir vinagres y productos gourmet. «Ellos financian la planta y la distribución, y nosotros ponemos el resto».

Empeñado en desterrar tópicos sobre la salsa, el joven científico aclara que, «por suerte, no está hecha de pescado podrido y, por desgracia, tampoco es afrodisíaca». Esta idea equivocada se extendió porque algunos escritos antiguos señalaban que era un alimento podrido; cuando en realidad se referían a sus consumidores, una «clase podrida, adinerada, corrompida por el poder».

El garum más apreciado salía de factorías como Baelo Claudia, en la playa gaditana de Bolonia. Las ánforas de garum producidas a ambos lados del estrecho de Gibraltar, famoso por el paso de los túnidos, viajaban miles de kilómetros, «tanto desde la antigua Bética como de Mauritania», para contentar los paladares de los pretores y generales más exigentes.

Siglos después, cocineros de la costa gaditana y estrellas Michelín de todo el país han experimentado con Flor de Garum. Ha entrado en los fogones de cocineros de renombre como Martín Berasategui, Alberto Chicote o Albert Adriá, hermano del maestro Ferrán.

La soja del Mediterráneo

Uno de los chefs que han mostrado más aprecio y entusiasmo por sus infinitas aplicaciones es Mauro Barreiro. Su restaurante de Puerto Real funciona a escasos 200 metros de la Universidad de Cádiz. «Para él es la soja del Mediterráneo».

En Extremadura se han servido platos con garum en el restaurante El Dropo de Zafra. Allí se pudieron degustar en una cena basada en el recetario del gastrónomo romano Apicio.

Un edificio romano monumental sale a la luz en Écija

«Por sus características excepcionales pudo ser un edificio público de la antigua Astigi como la sede del Gobierno o una sede corporativa», explica Sergio García-Dils

Una de las estructuras de época romana que ha aparecido recientemente en la Plaza de Armas de Écija. © SERGIO GARCÍA-DILS / AYUNTAMIENTO DE ÉCIJA

Fuente: Alec Forssmann   |  NATIONAL GEOGRAPHIC

Los vestigios de un edificio público romano espectacular, con muros decorados de hasta 2,5 metros de altura, están aflorando durante unas excavaciones en la Plaza de Armas de Écija, conocida popularmente como El Picadero, según informa Sergio García-Dils, el director de las excavaciones, a Historia National Geographic. En enero salió a la luz la coronación de los muros y ahora están apareciendo unos pavimentos que son todo un alarde técnico por su diseño complejo y sus materiales importados de todos los rincones del Mediterráneo, por ejemplo mármoles de Túnez y Esparta, revela el arqueólogo García-Dils, de la Universidad de Sevilla, quien también es un espeleólogo reconocido que ha descendido a los lugares más profundos de la tierra. Los muros potentísimos y el tipo de decoración denotan una técnica constructiva diferente a la de los ambientes domésticos. Por sus características excepcionales pudo ser un edificio público de la antigua Astigi como la sede del Gobierno o una sede corporativa. No hay que olvidar que la riqueza de la antigua Écija se basaba en la exportación de aceite de oliva a todo el Imperio romano, agrega.

Algunos de los muros alcanzan los 2,5 metros de altura. © SERGIO GARCÍA-DILS / AYUNTAMIENTO DE ÉCIJA

 «Un nivel de conservación equivalente al de Pompeya»

A finales del siglo I a.C., en tiempos de Augusto, los romanos arrasaron un poblado protohistórico para fundar una colonia junto al cauce del río Genil, que en aquella época era navegable. La Astigi romana adquirió fama en toda la región, pero con el paso de los siglos sus principales edificios fueron derribados o quedaron abandonados. A partir de 1950 se extendió en la actual Plaza de Armas todo un barrio marginal de viviendas instaladas ilegalmente. Desde 1999 se han desarrollado unas campañas arqueológicas que han sacado a la luz importantes vestigios de época romana, por ejemplo varios mosaicos romanos con un efecto óptico desconcertante. La altura de los muros que estamos excavando es totalmente inusual, lo normal es que midan poco más de un palmo de altura, afirma García-Dils. Se conservan, además, paneles decorativos completos con un nivel de conservación equivalente al de Pompeya, añade. Los motivos decorativos están formados por cenefas de flores, hojas de hiedra e incluso un escudo militar, pero todavía queda mucho por excavar. También han aparecido los restos de un banco de piedra corrido, un elemento característico de un edificio colegial o asambleario. En un plazo de diez años esperamos restaurarlo todo para poder mostrarlo al público in situ, sin quitar ni añadir nada, concluye.

Muro decorado con cenefas de flores en un fondo rojizo. © SERGIO GARCÍA-DILS / AYUNTAMIENTO DE ÉCIJA

 

Rayos X para descifrar los papiros de Herculano

Rayos X para descifrar los papiros de Herculano sin desenrollarlos

Uno de los cientos de papiros que se hallaron entre los restos de la ciudad de Herculano, destruida por la erupción del Vesubio en el año 79 d. C., se ha podido leer gracias a una tecnología de imagen con rayos X. Este método no invasivo puede ayudar a decodificar otros manuscritos de su misma colección, perteneciente a la única biblioteca del mundo clásico de la que quedan vestigios.

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Mosaico de Neptuno y Anfítrite, en Herculano. / Quinok / Wikimedia

Fuente: Agencia SINC        20/01/2015

En la mañana del 24 de agosto del año 79 de nuestra era, una columna de humo comenzó a ascender del volcán Vesubio. La población pensó que se trataba de una emisión más de humo, como ya había pasado en ocasiones anteriores. Pero esta vez la erupción destruyó las antiguas ciudades romanas de Herculano y la más famosa Pompeya, ambas en la región italiana de la Campania.

Ahora, un equipo de investigadores de varias instituciones europeas, entre ellas, el Instituto de Microelectrónica y Microsistemas de Nápoles (Italia) y el Sincrotrón Europeo de Grenoble (Francia), ha llevado a cabo un proyecto para descifrar el contenido de uno de los papiros enrollados y carbonizados hallados en los restos de Herculano. Los resultados de la investigación se han publicado en el último número de Nature Communications.

Cientos de rollos de papiro, enterrados por la mítica erupción, fueron descubiertos hace 260 años en la biblioteca de la Villa de los Papiros, una enorme villa romana de la ciudad Herculano. El gas volcánico caliente producido durante la erupción carbonizó los manuscritos, haciéndolos frágiles y quebradizos. Esto ha dificultado los numerosos intentos de desenrollar los rollos para poderlos leer. Hasta ahora solo se ha logrado dañarlos o destruirlos.

Tomografía de contraste

El equipo, liderado por Vito Mocella, investigador del Instituto de Microelectrónica napolitano, ha utilizado tomografía de contraste de fase de rayos X para descifrar el texto de uno de los rollos, «un proceso bastante difícil, ya que tanto el papiro enrollado como la tinta de carbón negro, que se utilizaba para escribir, absorben los rayos X débilmente».

Sin embargo, según explica Mocella, «la tomografía de contraste de fase de rayos X, se utilizó con éxito para discriminar la tinta con respecto al papiro, pese a que sus composiciones químicas son similares». El método usa las diferencias de fase de las dos sustancias, es decir, mide la rapidez en que la luz u otra radiación se propagan a través de una sustancia, contribuyendo a mejorar el contraste.

Rollo de papiro procedente de la Villa de los Papiros (Herculano)

Biblioteca del mundo clásico

Los papiros forman parte de la única biblioteca que ha llegado hasta nuestros días desde el mundo clásico. Los investigadores confían en que su método se pueda utilizar para ayudar a descifrar otros papiros de la misma colección.

El equipo también ha descubierto que el estilo de escritura del rollo analizado es similar al de otros papiros herculanenses escritos por el filósofo epicúreo Philodemus. De hecho, consideran la posibilidad de que este autor clásico pudiera haber escrito el papiro examinado, que se pudo redactar en algún momento del segundo cuarto del siglo I a. C.

Referencia bibliográfica:

Vito Mocella, Emmanuel Brun, Claudio Ferrero y Daniel Delattre. «Revealing letters in rolled Herculaneum papyri by X-ray phase-contrast imaging». Nature Communications(20 de enero, 2015) DOI: 10.1038/ncomms6895

Coliseo: descubren el color rojo original de los números situados sobre las arcadas

Coliseo: descubren el color rojo original de los números situados sobre las arcadas.

Indicaban la entrada a los distintos sectores y los espectadores podían verlos de lejos.

La directora de restauración Rosella Rea: «No esperábamos que estas trazas se hubieran conservado»

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Fuente: La Repubblica     21/01/2015

Un nuevo y sorprendente detalle  ha salido a la luz durante la restauración del Coliseo. La limpieza del monumento ha revelado nuevas trazas de color. Después de los destellos de ocres y blancos, esta vez se trata del color rojo con el que estaban pintados los números sobre las arcadas del Anfiteatro Flavio, que indicaban las entradas a los diferentes sectores de la arena. Algo así como sucede hoy en día en los estadios de atletismo o el fútbol. De esta manera, cada espectador tenía la posibilidad de identificar su propio sector desde la distancia, gracias al color particular de los números. La cavea y los graderíos tenían entrada gratuita, pero estaban divididos según la clase social.

Coliseo-números

«Es un descubrimiento excepcional – explica la directora del Coliseo, Rossella Rea – porque no esperábamos que se hubiera conservado aún alguna traza de color rojo». «La conservación de estas trazas, después de la limpieza del travertino, confirma la delicadeza de la restauración llevada a cabo por la Superintendencia – subraya la directora técnica de la restauración, Cinzia Conti -. La nebulización de agua elimina la suciedad y el negro del humo, pero conserva los testimonios antiguos subyacentes».

Coliseo-números-rojos

Máximo Brioso, in memoriam

Máximo Brioso, in memoriam

21 ene 2015

De forma inesperada, ha muerto el quince de enero, en Sevilla, nuestro maestro, compañero y amigo Máximo Brioso Sánchez. El profesor Brioso era catedrático de Filología Griega de la Universidad de Sevilla, donde había ejercido su fecundo magisterio desde 1975 hasta su jubilación en 2009. Durante casi veinte años, Máximo Brioso fue además director de la revista Habis en su sección de Filología, tras ocupar el cargo de secretario de la misma revista durante otros dieciséis, de modo que Habis, de cuyo consejo asesor ahora formaba parte, fue uno de sus intereses más dilatados en el tiempo.

No es fácil resumir la vida y carrera de Máximo en unas pocas líneas. Nació el cuatro de julio de 1939 en Hinojales, pueblo de la provincia de Huelva cercano a Badajoz y a Portugal, y en Huelva hizo el Bachillerato para luego pasar, en 1959, a Sevilla, en cuya Universidad estudió los primeros años de la Licenciatura, con Agustín García Calvo entre otros célebres profesores. Cursó después los años de especialidad en Salamanca, y allí fue alumno de Martín Ruipérez, Antonio Tovar y Manuel Cecilio Díaz y Díaz; el primero de ellos fue director de su tesis doctoral sobre el himno cristiano primitivo, con la que Máximo obtuvo el doctorado en 1969. En Salamanca conoció a la pintora Pepa Santos, que sería su mujer; tuvieron tres hijos, David, Héctor y Tania, y dos nietos. En la Universidad de Salamanca fue profesor adjunto y luego obtuvo la agregación, trasladándose a Sevilla en el curso 1974-75; en esta última Universidad fue catedrático a partir de 1982. Instalados desde entonces en Sevilla, nunca dejaron Máximo y Pepita de pasar largas temporadas en Salamanca, así como en su casa de Sanlúcar de Barrameda.

Máximo Brioso fue un gran lector, sobre todo de novelas, y aficionado al cine clásico; en sus años mozos, también lo fue al ajedrez. Su personal manera de entender la vida –era poco amigo de oropeles y liturgias; nunca quiso ser emérito, y odiaba ponerse corbata-, junto a la agilidad que siempre conservó, lo conservaban en una especie de juventud perpetua; desde su particular independencia, tanto ejercía (con seudónimo) la crítica literaria como recordaba con ternura, en su siempre elegante prosa, los escenarios y a las gentes de su infancia.

De la inmensa labor académica del profesor Brioso Sánchez nos hemos beneficiado varias generaciones de estudiantes, en Salamanca y sobre todo en Sevilla. Era Máximo un profesor brillante, severo y exigente, uno de los grandes sabios que cimentaron la fama del Departamento de Filología Clásica de la Universidad de Sevilla. Dejó muchos y buenos alumnos, algunos de los cuales se doctoraron bajo su dirección.

Entre sus publicaciones, que abarcan multitud de aspectos de la literatura griega antigua, destacan las dedicadas al teatro, la novela y la poesía lírica. De la enorme lista de sus trabajos, mencionaré los libros Aspectos y problemas del himno cristiano primitivo (1972), Calímaco. Himnos, epigramas y fragmentos (en colaboración con Luis Alberto de Cuenca, 1980), Anacreónticas (1981), las Argonáuticas de Apolonio de Rodas (1986), los Bucólicos Griegos (1986). De entre sus innumerables artículos, buena parte de ellos publicados en la revista Habis, hay que destacar las numerosas publicaciones sobre la novela y el teatro griegos; de los trabajos que publicó junto a su hijo Héctor Brioso Santos, profesor de Literatura Española de la Universidad de Alcalá, se sentía especialmente orgulloso; en estas publicaciones Máximo abrió, en los últimos tiempos, el espectro de sus intereses, abordando ahora aspectos de Cervantes y la literatura picaresca, entre otros.

Pues las inquietudes de Máximo Brioso no se ceñían a la Filología Clásica, sino que sus abundantes lecturas –casi siempre en la lengua original, pues dominaba varios idiomas- le proporcionaron una cultura literaria sobresaliente. Fruto también de estas inquietudes son las numerosísimas y siempre acertadas reseñas; y entre los, también incontables, capítulos de libro que publicó merece recordarse que siempre se ofreció gustoso a festejar a sus colegas, participando en cerca de veinte volúmenes de homenaje. Seguía Máximo, en estos últimos tiempos, visitando bibliotecas, leyendo, investigando, proyectando y publicando. Su presencia en nuestro viejo edificio, que visitaba con frecuencia, va a ser muy añorada. Qué fríos han quedado estos pasillos.

Rocío Carande
Directora de Habis (Filología)
Universidad de Sevilla

La última cena de Pompeya

La última cena está servida en Pompeya

En un nuevo museo se expondrán las colecciones con los alimentos carbonizados por la erupción y encontrados en las excavaciones.

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Uno de los frescos de Pompeya, donde varias figuras aparecen en un banquete / ABC

 

Fuente: ABC – ÁNGEL GÓMEZ FUENTES / CORRESPONSAL EN ROMA | 20/01/2015

La última cena de los pompeyanos está servida en un museo biológico de nueva creación. Se expondrán las colecciones de alimentos carbonizados por la erupción y encontrados en las excavaciones, que actualmente se encuentran en cámaras climatizadas del Laboratorio de Pompeya, como pan, nueces, higos, aceitunas, erizos, restos de pescado, cáscaras de huevo y garo, la deliciosa salsa que en el siglo I después de Cristo tenía en Pompeya uno de los más importantes centros de producción (los romanos también la importaban de Carthago Nova, actual Cartagena).

La extraordinaria importancia de las excavaciones de Pompeya no está solamente en el hecho que la ciudad se haya conservado y nos cuente la vida de hace dos mil años, sino también por haber restituido materiales orgánicos de extraordinario interés científico y en gran parte únicos en el mundo. Esos restos orgánicos son una fuente casi infinita de estudios y análisis científicos que han permitido descubrir aspectos de la vida cotidiana de los antiguos pompeyanos: sus costumbres alimentarias, la cocina, el cuidado por las planas y las eventuales enfermedades que sufrían.

En Pompeya existe un Laboratorio de Investigaciones Aplicadas, creado en 1994 y destinado exclusivamente al estudio de los restos orgánicos y biológicos encontrados en Pompeya: hierbas, semillas, frutas, fragmentos de tejidos, huesos y dientes de animales. Estas colecciones constituirán el Museo Naturalista-biológico, que será uno de los puntos más importantes de la visita a las excavaciones de Pompeya.

El museo dispondrá de casi mil piezas. Numerosos son los restos de interés, como, por ejemplo, el garo ( en latín, «garum»), que era una salsa de pescado, realizada con vísceras fermentadas, que mezclada con vino, vinagre, pimienta, aceite y agua servía para condimentar diversas comidas. En el nuevo museo encontrará también espacio la colección de cuencos de terracota que contienen los colores utilizados por los artistas de la época para decorar las paredes de las ricas casas pompeyanas. Dos millones de euros es el costo de este nuevo museo, sin duda único en el mundo.

Los huesos de Anfípolis pertenecen a 5 personas

Restos óseos hallados en la tumba griega de Anfípolis

pertenecen a 5 personas

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Restos del hombre más joven encontrado en la tumba, de unos 35 años de edad. Este hombre presentaba probablemente heridas de arma blanca. Crédito de la imagen: Ministerio de Cultura de Grecia

Fuente: EFE  |  LA VANGUARDIA    19/01/2015

El Ministerio de Cultura de Grecia confirmó hoy que los restos óseos hallados en la tumba de Anfípolis -que data de entre 325 y 300 antes de Cristo-, en la región de Macedonia, pertenecen a cinco personas, una mujer anciana, dos hombres de mediana edad, un bebé y un adulto que fue incinerado

En un comunicado, el Ministerio informó de que el esqueleto femenino hallado pertenece a una mujer de más de 60 años, que se ha podido identificar por los huesos de la pelvis, del cráneo y la mandíbula, estos dos últimos en muy buen estado de conservación. En los medios griegos se especula con que el esqueleto femenino podría ser el de Olimpia, la madre de Alejandro Magno, para quien se hubiese construido el monumento funerario.

En la tumba se hallaron también los restos mortales de dos hombres de entre 35 y 45 años, que han sido identificados por la morfología de los huesos, diferenciados de los femeninos por ser más largos. La cuarta persona sería un recién nacido, del que se han encontrado el húmero izquierdo y la mandíbula izquierda, pero del que no se ha podido esclarecer el sexo, ya que la diferenciación sexual en los huesos de niños tan pequeños no es clara. De la quinta persona solo se han encontrado unos pocos huesos, largos en su mayoría y que podrían pertenecer a un adulto, pues al el resto había sido incinerado.

En total se han hallado 550 huesos, algunos enteros y otros en varios trozos, 157 de los cuales se han registrado en una base de datos para tratar de identificarlos. Por el contrario, no se han encontrado dientes, sino únicamente una raíz de un diente. Entre los restos óseos algunos pertenecen a animales y se sospecha que puedan ser de equinos, aunque deben ser analizados por expertos en este área.

Los arqueólogos hallaron el pasado noviembre, a una profundidad de 1,60 metros debajo de la tercera cámara de la tumba, un sarcófago de piedra caliza con restos de un ataúd de madera y huesos humanos.

Desde su descubrimiento, en 2012 las grandes dimensiones del monumento (30 metros de alto y un muro circular de 497 metros) hacían prever que se había construido en honor a un miembro destacado del ejército o a alguien muy cercano al rey de Macedonia. Además, Olimpia fue una reina políticamente activa e influyente en las decisiones sobre las campañas militares de los macedonios.

Pompeya contada por sus supervivientes

La verdadera historia de la erupción es narrada por Alberto Angela en un libro que resume 25 años de investigación
Uno de los bellísimos frescos conservados en las villas de Pompeya / ABC

Fuente: ÁNGEL GÓMEZ FUENTES  |  ABC      11/01/2015

En menos de veinte horas el Vesuvius (el monte exterminador que no es el Vesubio que conocemos hoy, como comúnmente se cree) expulsó diez mil millones de toneladas de magma, centenares de millones de toneladas de vapores y de otros gases a una velocidad de 300 metros al segundo. Se calcula que, en términos de energía mecánica y térmica liberada por la erupción del Vesuvius, equivaldría a 50.000 bombas atómicas de Hiroshima.

En Pompeya vivía Faustilla, la usurera que hasta el último momento persigue a sus clientes exigiendo el pago de los créditos mientras Pompeya se derrumba. Vive Novella Primigenia, la actriz que, tras el teatro, intima con hombres poderosos la noche anterior a la tragedia. Se encuentra allí Apollinare, médico personal del emperador Tito, que en su tour por la provincia visita a la bella Rectina, la aristócrata organizadora, incluso pocas horas antes de la catástrofe, de suntuosas fiestas en su villa al pie del Vesuvius.

Una Pompeya viva

Esta narración de la tragedia de Pompeya la ha hecho de una forma inédita el paleontólogo más famoso de Italia y divulgador científico Alberto Angela en su libro «Los tres días de Pompeya», un best seller en Italia. Durante veinticinco años ha estudiado las excavaciones, con la ayuda de vulcanólogos, arqueólogos, antropólogos y otros investigadores, para restituirnos la imagen de una Pompeya viva, que en su cotidianidad se asemeja de forma sorprendente, por las actividades de sus habitantes y la tipología de los mismos, a una ciudad contemporánea. Se alquilaban carros, existía el agua corriente y la mujer estaba emancipada.

Cuando uno llega a las excavaciones de Pompeya se tiene la impresión de que los romanos acaban de abandonar la ciudad. Es prácticamente el único lugar arqueológico en el mundo que cuenta la vida cotidiana de hace dos mil años. Pompeya parece haberse parado en el tiempo. Como en un filme, Angela nos descubre esas pequeñas cosas que se asemejan a nuestro mundo. En esa cuenta atrás de la tragedia, se comienza a las ocho de la mañana del 22 de octubre del 79 d.C., cuando faltan 53 horas para la erupción, que se produce en otoño y no en verano como siempre se ha narrado. La vida de Pompeya durante tres días la reconstruye Alberto Angela con siete supervivientes que históricamente han existido, con sus nombres y apellidos, a los que sigue paso a paso en un recorrido que se puede hacer todavía hoy por calles, casas y locales públicos.

Plinio el Joven y sus cartas

Nos encontramos así con Plinio el Joven, un superviviente que describió la erupción en sus dos famosas cartas dirigidas a Tácito. Plinio habla de la villa de la citada Rectina perteneciente a la élite romana, que también se salvó, al igual que el joven Aulio Furio Saturnino, miembro de una de las más conocidas familias de Pompeya que hacía negocios con ella. Se salvará Flavio Cresto, un liberto que va a jugar a los dados a un casino de Pompeya. Se salva también Tito Suedio Clemente, inflexible tribuno enviado a Pompeya por el emperador Vespasiano para concluir la revisión del Catastro. Por el contrario, poco clemente fue la suerte con la señora Giocondo: ese día había organizado un viaje a su granja fuera de Pompeya. Su marido, el banquero Lucio Cecilio Giocondo, había recibido a una señora rica en su oficina del Foro para gozar de la vida. Pero su esposa no saldrá ya nunca más de la granja, sepultada por la lava, gas y magma.

Siguiendo los pasos de estos supervivientes se descubre una Pompeya de nuevos ricos, habitada sobre todo por exesclavos, que habían encontrado su nuevo estatus social y económico en el comercio. Era un lugar también de excesos, con una treintena de burdeles, una ciudad en crisis: antes de la erupción se habían producido terremotos y el último había impedido a la ciudad surtirse de agua desde hacía meses.

Un breve lapso de tiempo ha constituido la diferencia entre la vida y la muerte. Quienes eligieron la fuga en las primeras horas desde que se inició la erupción tuvo la posibilidad de escapar. Por el contrario, los que dudaron o decidieron esperar que el Vesuvius se calmara permaneciendo en la ciudad, encontró la muerte. La mayor parte de los habitantes de Pompeya murió, porque ninguno esperaba tal catástrofe, y cuando lo comprendieron era demasiado tarde. El poeta Cesio Basso podría haberse escapado. El propietario del «hotel» donde se hospedaba, Cossio Libano, viendo las primeras nubes elevarse en el cielo, comprendió enseguida la dimensión de la tragedia que se abatía sobre Pompeya y tuvo tiempo para organizar tres carros y salvar a su familia. Ofreció un puesto al poeta Basso, que lo rechazó.

En un radio de 12-15 kilómetros el territorio en dirección a Pompeya quedará bajo un espesor de tres metros de lava. Cambiará la conformación de la costa, sepultará Herculano bajo veinte metros de fangos volcánicos y Pompeya bajo casi seis metros de lava, piedra pómez y cenizas. Pocos habitantes se salvaron, solo aquellos que se marcharon de inmediato. Datos ciertos sobre los muertos nos los hay, pero se estiman entre ocho y diez mil en Pompeya y de tres mil a cuatro mil en Herculano. El primer esqueleto se encontró el 19 abril 1748, y hasta hoy se han descubierto 1.047 en Pompeya y 328 en Herculano. Falta mucho aún por descubrir.

Era otoño y no fue el Vesubio

Entre las muchas «nuevas» verdades que están surgiendo sobre Pompeya, sin duda la más clamorosa se refiere a la fecha de la erupción. En todas las guías y libros se ha señalado el 24 de agosto del 79 d.C. La fuente principal era Plinio el Joven, que lo cuenta por carta a Tácito. Pero la carta original no existe, sino copias realizadas en el Medievo por amanuenses, posiblemente con errores de transcripción. Algunos investigadores, entre ellos Alberto Angela, sugieren otra fecha y estación del mismo año 79 d.C.: la erupción se habría producido el 24 de octubre. Se basan en indicios importantes: las víctimas no llevaban ya ropas de verano, sino de otoño, en algunos casos incluso voluminosas y pesadas. En muchas casas, como por ejemplo la del Menandro o la de los Castos Amantes, se han encontrado braseros para calentarse, lo que sugiere que había temperaturas bajas. Además, se ha encontrado un gran número de castañas, típicamente del otoño, y nueces y granadas, que habitualmente se recogen entre septiembre y octubre. Los arqueólogos han descubierto terrenos agrícolas que producían vino, y la vendimia, que se realiza en otoño, ya había concluido cuando llegó la erupción.

Además del equívoco sobre la fecha, hay otro mito que Alberto Angela aclara. El verdugo de Pompeya no fue el Vesubio como lo conocemos hoy. En la época de Pompeya no era visible. La erupción se produjo en otro volcán que se encontraba en el mismo punto, pero mucho más antiguo: el Vesuvius o Vesbius, hoy monte Somma. Ya fue catastrófico antes de Pompeya. Al menos tres de sus erupciones prehistóricas debieron ser apocalípticas, similares a la del 79 d.C. De una de ellas hay testimonios escalofriantes: restos arqueológicos en un poblado de la edad de bronce, encontrado en la localidad de Nola. Hace unos 4.000 años el Vesuvius tuvo una erupción violentísima.

El Astérix de Hispania resistió a Roma en la Subbética

El Ministerio de Economía subvenciona un proyecto de investigación de dos excavaciones en Cabra y Almedinilla sobre las últimas poblaciones iberas que resistieron a la colonización del Imperio Romano y que fueron asaltadas y saqueadas.

Restos de un cadáver mutilado tras el asalto romano al poblado ibero de la Subbética

Fuente: Alfonso Alba  |  Cordópolis       08/01/2015

Si Goscinny y Uderzo hubiesen nacido en Andalucía, probablemente Astérix no hubiese sido galo sino ibero. Y se habría acabado llamando Viriato. O Sertorio. Y su famosa aldea gala, que resistió heroicamente a la conquista del Imperio Romano, no habría estado al Noroeste de la Galia, sino en la Bética, en concreto en Cabra y en Almedinilla. Allí se localizan dos yacimientos arqueológicos, el Cerro de la Cruz y el Cerro de la Merced, que conservan restos de una especie de dos aldeas iberas fortificadas que durante décadas convivieron y resistieron al Imperio Romano. Hasta que un día fueron pasados a cuchillo y conquistados con un salvajismo inusitado (tanto que se han descubierto cadáveres con miembros amputados y restos de escombros provocados por brutales incendios).

Ahora, el Ministerio de Economía va a subvencionar con 36.000 euros un proyecto de excelencia y de investigación científica para poner en valor e interpretar estos restos de las últimas poblaciones iberas que fueron conquistadas por Roma. En concreto, se financiarán trabajos de análisis y laboratorio que no pueden pagar los ayuntamientos de Cabra y Almedinilla, que son los que hasta ahora están sosteniendo a pulmón la financiación de las excavaciones sobre el terreno.

Según se describe en la memoria del proyecto, hacia el año 150 antes de Cristo, derrotados los cartagineses hacía 50 años, Roma dominaba todo el valle del Guadalquivir, convertido en provincia romana, y avanzaba hacia la conquista de la Meseta y Lusitania. Corduba (Córdoba) o Hispalis (Sevilla) se iban convirtiendo en populosas capitales romanceadas. Sin embargo, en las regiones montañosas de la Subbética, en la Alta Andalucía, zonas extensas de territorio montañoso continuaban bajo el control de líderes ibéricos, y llevando la forma de vida tradicional de sus ancestros. Aunque nominalmente estaban sometidos a Roma, seguían viviendo en oppida (ciudades) y recintos fortificados. Construidos con las técnicas y urbanística tradicionales –que no necesariamente significa primitivas‐, estos poblados muestran la fase crepuscular de una cultura que en un siglo se extinguiría, o mejor dicho, se transformaría en algo muy distinto.

En ocasiones, estos principados ibéricos se enfrentaron a Roma, quizá apoyando a líderes como el lusitano Viriato, quien en estas décadas centrales del siglo II antes de Cristo llegó a adentrarse profundamente en Andalucía durante sus luchas con los ejércitos romanos; o apoyando a alguno de los bandos romanos en las guerra civiles romanas del siglo I antes de Cristo, entre Sertorio y César.

Muralla norte del Cerro de la Merced, yacimiento de una ciudad fortificada

El resultado fue que entre mediados del siglo II y mediados del siglo I antes de Cristo las comunidades ibéricas del sureste de la actual provincia de Córdoba, en la frontera de la antigua Bastetania, fueron derrotadas o forzadas a abandonar su hábitat tradicional, algunos de sus poblados y fortificaciones fueron incendiados y demolidos, y parte de su población masacrada o esclavizada, y el resto obligada a modificar su forma de vida.

Las excavaciones en los asentamientos ibéricos del Cerro de la Cruz en Almedinilla y del Cerro de la Merced en Cabra son una muestra de este proceso de resistencia y asimilación. Hasta el momento, son ejemplos casi únicos en Andalucía y en el conjunto de España por la extensión de las excavaciones y la magnitud de los hallazgos.

El proyecto está dirigido por el profesor de la Universidad Autónoma de Madrid Fernando Quesada, apoyado por los ayuntamientos de Cabra y Almedinilla y financiado ahora por el Ministerio de Economía.

El objetivo final es que una vez completados los distintos estudios y análisis sobre lo encontrado en estos yacimientos (muchos casi intactos al ser abandonados inmediatamente después del brutal asalto romano) es poder abrir un centro de interpretación y fomentar el turismo cultural en el interior andaluz, sobre todo en esta comarca de la Subbética de Córdoba.

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Arqueólogos trabajando en la excavación

 

Nuevas teorías sobre el colapso hacia la edad oscura de Grecia

Nuevas teorías sobre cómo se produjo el colapso hacia la edad oscura de Grecia

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La tumba micénica de Nichoria

Fuente: ABC      07/01/2015

No es que Grecia haya estado siempre en crisis. Ni se trata de convocar fantasmas ancestrales en un momento en el que su permanencia dentro de la zona euro está en cuesión. Pero como siempre ha estado rodeado de misterio el colapso de la civilización micénica, porque sus palacios fueron abandonados hacia 1200-1100 a. C., el comercio sufrió un retroceso muy marcado y la población comenzó a dedicarse a la ganadería trashumante, abandonando los cultivos. Pero todo ello no ha dejado pistas suficientes para los arqueólogos.

entradaPara explicar ese proceso que sufrió Micenas, lo mismo que Tirinto y otros núcleos del Peloponeso, y que desembocó en la etapa que se conoce con el atractivo, casi tolkieniano nombre de Edad Oscura (desde 1200 a.C. hasta el siglo VIII a.C.), los expertos han barajado causas variadas: desde las externas, como una invasión (doria) o el hostigamiento de los pueblos del mar, ensoberbecidos por la caída del imperio hitita; hasta las internas, como el cambio climático, la pérdida de cultivos, luchas intestinas, pérdida de poder… o incluso enfermedades y plagas. Por ello se examinan meticulosamente los pocos restos que dejó aquella etapa, que es también oscura en vestigios.

Ahora, desde las universidades americanas de Cincinnati y Boston, dos jóvenes investigadores han puesto en pie una nueva batería de análisis de los restos de huesos hallados en el registro histórico de la Edad Oscura. Se pensaba que de los palacios se pasó a una actividad pecuaria en ranchos pero la mayor parte de los restos son grandes huesos de animales. Curiosamente los pequeños están muy deteriorados y no quedan restos vegetales. La descalcificación que el agresivo medio ha producido en esos restos llevó a pensar a W. Flint Dibble y Daniel J. Fallu que se ha perdido mucho material y a tratar de analizar las causas de esa erosión.

Hay muy pocos restos susceptibles de someter al carbono 14 de esa época, lo cual india que el pH de ese registro debe haber influido. Además aumentó notablemente la presencia de arena en esta época. No solo los huesos menos densos de los animales adultos han desaparecido, y lo que más abunda son las grandes osamentas de vacuno, sino que los huesos de ovejas, cabras y cerdos aparecen en muy poca proporción. Ello les ha llevado a concluir a los dos investigadores que la actividad pecuaria no debió producirse en ranchos, que era una explicación muy extendida que sustituyeron a la organización social de los palacios, sino que un cambio climático o alguna actividad antropogénica debió ser determinante. También se pensó en un gran terremoto que acabara con las ciudades y palacios micénicos y obligara a la población a reorganizarse.

El misterio continúa, pero la ciencia sigue acechando una respuesta plausible que explique este oscuro periodo que va desde las postrimerías de la Guerra de Troya hasta la época arcaica griega, apenas unos siglos antes del de Pericles.